Que me lleve un monzón
yo reclamo un alud
un aluvión, un despeñarse,
un algo que desbaratase mis prejuicios
para así despojarme y que reine la clara.
Que los bajos instintos me dominen
y no importe el final
y no existan principios.
Y ver el estupor en las miradas
con la cara pintada para guerra
ser esa dentellada de advertencia.
Apocalípsis de la incertidumbre.
¡Noli me tángere!
Seré la trasnochada , la perdida,
la mancha en la pared
la que dé lumbre solo si hay tormenta.
Avalanchas de nada, ceguera por mirada.
A ver si así, me quieres.
En el pueblo comentan que yo estoy loca
porque cuando florecen los duraznos
me visitan fantasmas.
Yo los vi en primavera desprenderse
del brillo de una telaraña.
El bordaba sus labios con un beso,
ella amaba su boca.
Tiñó el cielo de rojo con su sangre
y me hizo bulla el alma al escucharles
"Por siempre estemos juntos"
Y el silencio se convirtió en palomas
que aleteando les quitaron la ropa
ella al verse desnuda se hizo nube
el se volvió rocío en la mañana
y brotó un manantial en donde estaban.
Yo corrí para verlos...pero ya no había nada.
Ahora los reconozco,
"Tacuabé y Guyunusa"
Cuando se aman desatan las tormentas
y se rajan los cielos que bendicen la tierra con sus aguas.
Cada tanto me aturden convertidos en pájaros
o son luces que ciegan, son sombras que se alargan
lloviznas juguetonas que recorren los surcos
son hilitos de plata.
De tanto en tanto son la brisa que danza
y me enredan el pelo
mis charrúas fantasmas.
Te hago desde mis manos para amarte.
Te doy forma y conforme voy creando
te me vas desarmando.
Cuando escribo, siempre te estoy amando.
Y es por eso que escribo.
La tía Minnie tenía algo así entre desventurada y distraída y tropezaba siempre tarareando alguna canción, casi continuamente.
Nosotros, los más chicos, nos reíamos de ella y esa torpeza suya que enfadaba a los grandes.
Se encerraba en el baño con el libro de turno y salía dos horas después llorosa o sofocada.
Parecía enamorada pero no tuvo novio, al menos que yo sepa.
La vi un día "enterrando" alguna cosa en el fondo de casa y no recuerdo bien cual de mis primas ,la hizo de campana mientras yo descubría su secreto.
Escribía...la tía Minnie escribía.
Pero yo era chiquita y malvada y lo grité a los cuatro vientos, mientras ella me miraba desolada.
Durante mucho tiempo fue blanco de las burlas, le decían "Alfonsina" y de tanto esconderse parecía invisible.
A mi me perdonó sin que se lo pidiera y me enseñó, además de canciones, la magia de los libros.
Me mostró que eran islas, islas maravillosas en donde yo vivía otras vidas y fui, de personaje en personaje transformándome poco a poco en heredera de su hermosa torpeza.
Se murió de vejez con los ojos abiertos y no me sentí triste porque entendí que fue feliz así, de cualquier modo. Encontrando acomodo en las hojas de un libro.
Solo siento no saber donde está su tesoro, he escarbado cada palmo de nuestro terreno, sé que está en algún lado y es ¡Maravilloso no encontrarlo! Siempre es una aventura el continuar buscando.
Gracias Minnie, te quiero.